La Chiquipandi

IMG_20191225_113412.jpg

Como cada 25 de diciembre desde hace 8 años Facebook me acaba de recordar que tal día como hoy aprendí a montar en bici. Sí, aprendí ya mayorcita, lo sé. Pero no me da vergüenza contarlo, al contrario. Lo cuento orgullosa porque para mí simboliza dos cosas importantes. Primero que nunca es tarde, ni se es mayor para aprender algo nuevo, o para empezar un proyecto. Y segundo, que tuve a dos de mis mejores amigos dispuestos a dedicar sus mañanas de domingo y festivos varios a enseñar a una treintañera a montar en bici.
Volvíamos los tres andando a casa después de ver una exposición en el Thyssen, charlando y disfrutando de una soleada mañana de invierno, y al pasar por el puente de Toledo nos quedamos un rato mirando hacia el Madrid Río, observando a la gente haciendo running, familias paseando, o montando en bici. Entonces yo solté: «Pues yo no sé montar en bici». Mis amigos me miraron y lejos de burlarse se ofrecieron a enseñarme a montar. Y me enseñaron. Recuerdo cómo a mi amiga se le saltaron las lágrimas cuando empecé a dar vueltas por el parque yo sola manteniendo el equilibrio. No sabía yo hace 8 años que no sólo me acompañarían mientras aprendía a ir sobre dos ruedas literalmente. También me apoyaron cuando me mudé de provincia, y están conmigo ahora que tengo que regresar. ¿Cómo no voy a estar orgullosa de proclamar a los cuatro vientos que tengo unos amigos que me ayudan a mantener el equilibrio y no me dejan caer?

Diana

 

Deja un comentario